El sábado íbamos a hacer la compra y vimos que estaba abierta la puerta "como de garaje" de un edificio bastante viejo, cuyo cartel reza "ASADOR DE POLLOS" (los que han vivido toda la vida allí lo habrán conocido en funcionamiento, yo no). Detrás de la puerta se podía ver un callejón con una hilera de...¿¿toros??. Bueno, eran de mentira, "para el encierro chico", nos dijeron unos paisanos que andaban entrando y saliendo con cajas de bebida. Eran las fiestas del Carmen.
Yo, que como suelo decir, la edad me ha quitado mucha, muchísima vergüenza, allá que me metí y tiré de Juan (no era suficiente, a parte de yo tirar, su padre tuvo que empujar) y al menos conseguí hacerle una foto al lado de esos toros. Pero lo que proponía aquel señor de "¡anda, súbete que va a ser la única vez que vas a poder!" fue misión imposible.
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